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Virgen de Guadalupe
VIRGEN DE GUADALUPE
LA VIRGEN DE GUADALUPE
es la Patrona de México
y Emperatriz de las Américas
es la Patrona de México
y Emperatriz de las Américas
Su festividad, su dia es: 12 de diciembre
NOVENA
Puesto de rodillas delante de María Santísima, hecha
la Señal de la Cruz, se dice el siguiente:
Acto de Contrición
"Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero,
Creador y Redentor mío, por ser vos quien sois, y porque os amo sobre todas las
cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido. Propongo enmendarme y confesarme a su tiempo y ofrezco
cuanto hiciere en satisfacción de mis pecados, y confío por vuestra bondad y
misericordia infinita, que me perdonaréis y me daréis gracia para nunca más
pecar. Así lo espero por intercesión de mi Madre, nuestra Señora la Virgen de
Guadalupe. Amén. "
Hágase la petición: …
Récese cuatro Salves en memoria de las cuatro
apariciones y luego se reza la oración de cada día.
Primer Día
"¡Oh Santísima Señora de Guadalupe! Esa corona con
que ciñes tus sagradas sienes publica que eres Reina del Universo. Lo eres,
Señora, pues como Hija, como Madre y como Esposa del Altísimo tienes absoluto
poder y justísimo derecho sobre todas las criaturas.
Siendo esto así, yo también soy tuyo; también
pertenezco a ti por mil títulos; pero no me contento con ser tuyo por tan alta
jurisdicción que tienes sobre todos; quiero ser tuyo por otro título más, esto
es, por elección de mi voluntad.
Ved que, aquí postrado delante del trono de tu
Majestad, te elijo por mi Reina y mi Señora, y con este motivo quiero doblar el
señorío y dominio que tienes sobre mí; quiero depender de ti y quiero que los
designios que tiene de mí la Providencia divina, pasen por tus manos. Dispón de
mí como te agrade; los sucesos y lances de mi vida quiero que todos corran por
tu cuenta. Confío en tu benignidad, que todos se enderezarán al bien de mi alma y honra y gloria de aquel
Señor que tanto complace al mundo. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave
María y un Gloria.
Segundo Día
¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¡Qué bien se
conoce que eres Abogada nuestra en el tribunal de Dios, pues esas hermosísimas
manos que jamás dejan de beneficiarnos las juntas ante el pecho en ademán de
quien suplica y ruega, dándonos con esto a ver que desde el trono de gloria como
Reina de los Ángeles y hombres haces también oficio de abogada, rogando y
procurando a favor nuestro.
¿Con qué afectos de reconocimiento y gratitud podré
pagar tanta fineza? Siendo que no hay en todo mi corazón suficiente caudal para
pagarlo.
A ti recurro para que me enriquezcas con los dones
preciosos de una caridad ardiente y fervorosa, de una humildad profunda y de una
obediencia pronta al Señor.
Esfuerza tus súplicas, multiplica tus ruegos, y no
ceses de pedir al Todopoderoso me haga suyo y me conceda ir a darte las gracias
por el feliz éxito de tu intermediación en la gloria. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave
María y un Gloria.
Tercer Día
¡Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! ¡Qué puedo
creer al verte cercada de los rayos del sol, sino que estás íntimamente unida al
Sol de la Divinidad, que no hay en tu casa ninguna cosa que no sea luz, que no
sea gracia y que no sea santidad!
¡Qué puedo creer sino que estás anegada en el
piélago de las divinas perfecciones y atributos, y que Dios te tiene siempre en
su Corazón! Sea para bien, Señora, tan alta felicidad.
Yo, entre tanto, arrebatado del gozo que ello me
causa, me presento delante del trono de tu soberanía, suplicándote te dignes
enviar uno de tus ardientes rayos hacia mi corazón: ilumina con su luz mi
entendimiento; enciende con su luz mi voluntad; haz que acabe yo de persuadirme
de que vivo engañado todo el tiempo que no empleo en amarte ti y en amar a mi Dios: haz que acabe de
persuadirme que me engaño miserablemente cuando amo alguna cosa que no sea mi
Dios y cuando no te amo a Ti por Dios. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave
María y un Gloria.
Cuarto Día
¡Oh Santísima María de Guadalupe! Si un ángel del
cielo tiene por honra tan grande suya estar a tus pies y que en prueba de su
gozo abre los brazos y extiende las alas para formar con ellas repisa a tu
Majestad, ¿qué deberé yo hacer para manifestar mi veneración a tu persona, no ya
la cabeza, ni los brazos, sino mi corazón y mi alma para santificándola con tus
divinas plantas se haga trono digno de tu soberanía?
Dígnate, Señora, de admitir este obsequio; no lo
desprecies por indigno a tu soberanía, pues el mérito que le falta por mi
miseria y pobreza lo recompenso con la buena voluntad y deseo
Entra a registrar mi corazón y verás que no lo
mueven otras alas sino las del deseo de ser tuyo y el temor de ofender a tu Hijo
divinísimo. Forma trono de mi corazón, y ya no se envilecerá dándole entrada a
la culpa y haciéndose esclavo del demonio. Haz que no vivan en él sino Jesús y
María. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave
María y un Gloria.
Quinto Día
¿Qué correspondía a quien es un cielo por su
hermosura, sino uno lleno de estrellas? ¿Con qué podía adornarse una belleza
toda celestial, sino con los brillos de unas virtudes tan lúcidas y tan
resplandecientes como las tuyas?
Bendita mil veces la mano de aquel Dios que supo
unir en ti hermosura tan peregrina con pureza tan realzada, y gala tan brillante
y rica con humildad tan apacible. Yo quedo, Señora, absorto de hermosura tan
amable, y quisiera que mis ojos se fijaran siempre en ti para que mi corazón no
se dejara arrastrar en otro afecto que no sea el amor tuyo.
No podré lograr este deseo si esos resplandecientes
astros con que estás adornada no infunden una ardiente y fervorosa caridad, para
que ame de todo corazón y con todas mis fuerzas a mi Dios, y después de mi Dios
a Ti, como objeto digno de que lo amemos todos. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave
María y un Gloria.
Sexto Día
¡Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! ¡Qué bien
dice a tu soberanía ese tapete que la luna forma a tus sagradas plantas!
Hollaste con invicta planta las vanidades del mundo, y quedando superior a todo
lo creado jamás padeciste el menguante de la más ligera imperfección: antes de
tu primer instante estuviste llena de gracia.
Miserable de mí, Señora, que no sabiéndome mantener
en los propósitos que hago, no tengo estabilidad en la virtud y sólo soy
constante en mis viciosas costumbres.
Duélete de mí, Madre amorosa y tierna; ya que soy
como la luna en mi inconstancia, sea como la luna que está a tus pies, esto es,
firme siempre en tu devoción y amor, para no padecer los menguantes de la culpa.
Haz que esté yo siempre a tus plantas por el amor y la devoción, y ya no temeré
los menguantes del pecado sino que procuraré darme de lleno a mis obligaciones,
detestando de corazón todo lo que es ofensa de mi Dios. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave
María y un Gloria.
Séptimo Día
¡Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Nada, nada
veo en este hermosísimo retrato que no me lleve a conocer las perfecciones de
que te dotó el Señor a tu alma inocentísima. Ese lienzo grosero y despreciable;
ese pobre pero feliz ayate en que se ve estampada tu singular belleza, dan claro
a conocer la profundísima humildad que le sirvió de cabeza y fundamento a tu
asombrosa santidad.
No te desdeñaste de tomar la pobre tilma de Juan
Diego, para que en ella estampase tu rostro, que es encanto de los ángeles,
maravilla de los hombres y admiración de todo el universo. Pues, ¿cómo no he de
esperar yo de tu benignidad, que la miseria y pobreza de mi alma no sean
embarazo para que estampes en ella tu imagen graciosísima?
Yo te ofrezco las telas de mi corazón. Tómalo,
Señora, en tus manos y no lo dejes jamás, pues mi deseo es que no se emplee en
otra cosa que en amarte y amar a Dios. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave
María y un Gloria.
Octavo Día
¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¡Qué misteriosa y
qué acertada estuvo la mano del Artífice Supremo, bordando tu vestido con esa
orla de oro finísimo que le sirve de guarnición! Aludió sin duda a aquel
finísimo oro de la caridad y del amor de Dios con que fueron enriquecidas tus
acciones. Y ¿quién duda, Señora, que esa tu encendida caridad y amor de Dios
estuvo siempre acompañada del amor al prójimo y que no, por verte triunfante en
la patria celestial, te has olvidado de nosotros?
Abre el seno de tus piedades a quien es tan
miserable; dale la mano a quien caído te invoca para levantarse; tráete la
gloria de haber encontrado en mí una misericordia proporcionada, más que todas,
a tu compasión y misericordia. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave
María y un Gloria.
Noveno Día
¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¿Qué cosa habrá
imposible para ti, cuando multiplicando los prodigios, ni la tosquedad ni la
grosería del ayate le sirven de embarazo para formar tan primoroso tu retrato,
ni la voracidad del tiempo en más de cuatro siglos ha sido capaz de destrozarle
ni borrarle?
¡Qué motivo tan fuerte es este para alentar mi
confianza y suplicarte que abriendo el seno de tus piedades, acordándote del
amplio poder que te dio la Divina
Omnipotencia del Señor, para favorecer a los mortales, te dignes estampar en mi
alma la imagen del Altísimo que han borrado mis culpas!
No embarco a tu piedad la grosería de mis perversas
costumbres, dígnate sólo mirarme, y ya con esto alentaré mis esperanzas; porque
yo no puedo creer que si me miras no se conmuevan tus entrañas sobre el
miserable de mí. Mi única esperanza, después de Jesús, eres tú, Sagrada Virgen
María. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave
María y un Gloria.
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